Jeffrey Dahmer



Un chico como todos

A diferencia de muchos otros homicidas, Dahmer tuvo la particularidad de haber tenido una niñez completamente normal. 

Nacido el 21 de mayo de 1960 tuvo una infancia feliz, su padre Lionel y su madre Joyce le dieron cariño desde pequeño, algo que no sucede habitualmente con la mayoría de los asesinos en serie

Que fuera un chico solitario criado en una familia de clase media, que le gustara diseccionar animales muertos "para ver cómo eran por dentro" o que sus padres discutieran con frecuencia), no parecen motivos suficientes para justificar un despertar homicida. 

Los chicos que crecieron cerca suyo recordaban a un niño que guardaba los esqueletos de las ardillas en un cobertizo del patio trasero. También había creado un cementerio de animales al lado de la casa, con tumbas y pequeñas cruces donde había ranas y gatos empalados.

En la secundaria parecía normal, jugaba al tenis y estaba en la banda del colegio, a veces trataba de llamar la atención gritando extrañas exclamaciones en lugares públicos o fingiendo desmayarse mientras cruzaba una calle.


Tal vez lo más llamativo fuera su interés por los órganos internos y los huesos, cuando era un adolescente, recorría las autopistas rurales de Ohio buscando animales muertos y los guardaba en una bolsa de basura, para luego diseccionarlos y posteriormente disolverlos en ácido en su casa

En el pueblo donde vivió su juventud, la homosexualidad era el máximo tabú (como en tantos otros lugares a mediados de los setenta, por otra parte). Dahmer se sintió desamparado cuando empezó a despertarse en su interior una inclinación sexual hacia los hombres ya que no conocía a nadie gay, pero también porque, en sus fantasías, sus amantes estaban inmóviles, inconscientes, muertos. 

Sabía que eso no era normal y le aterrorizaba, por lo que intentaba borrar sus pensamientos consumiendo bebidas alcohólicas. 

A los 15 años un hecho que vivió en la escuela lo marcaría profundamente. Fue en una clase de biología, cuando el profesor los hizo abrir el cuerpo de un cerdo. La excitación que sintió en ese momento le hizo darse cuenta de su fascinación por la muerte.

“No sé cómo empecé a meterme en esto; es una afición un poco rara. (…) Encontré al perro y lo rajé para ver cómo era por dentro”, aseguró en una de sus entrevistas.

“Después se me ocurrió que sería divertido clavar la cabeza en una estaca y dejarla en el bosque. Llevé a uno de mis amigos y le dije que me lo había encontrado entre los árboles. También le tomé una fotografía”, admitió.


“Creo que me comí casi todas las partes”


Su primer crimen ocurrió en el verano de 1978, cuando tenía 18 años. Tras dejar a su padre en un viaje de negocios, Jeffrey se encuentra en la ruta  un hombre llamado Steven Hicks y se ofrece a llevarlo a la casa de su padre para tomar una cerveza.

Cuando Hicks quizo irse, Dahmer se negó y le estrelló una barra de hierro en la cabeza, y luego lo estranguló. Arrastró el cuerpo al sótano de la casa, lo cortó en trozos y lo guardó en bolsas de basura. Más tarde, enterró los huesos, sólo para desenterrarlos unas horas después, aplastarlos y esparcirlos en un barranco detrás de la casa de sus padres. Pasaron 9 años hasta que volvió a matar, pero el primer crimen estableció un patrón en el asesino. 

Vivió en casa de su abuela y poco después en su propio apartamento en Milwaukee. 

Desde ahí, comenzó a repetir el mismo método: ofrecía a la gente una cerveza o dinero para posar desnudos mientras sacaba fotos, cuando el invitado se quería ir se mostraba violento, pero lo dejaba salir.

La siguiente parada para Dahmer fue Ohio State University, donde pasó un semestre. Luego se alistó en el ejército y se presentó para el servicio en Fort McClellan, Alabama, en la primavera de 1980. 

Steven Tuomi fue la segunda víctima, asesinada en septiembre de 1987. Dahmer lo recogió de un bar y lo mató en una habitación de hotel por impulso. Declaró que no tenía memoria de cometer ese crimen, aunque sí recordaba dejar el cadáver en la habitación mientras iba a comprar una valija , regresaba al hotel, ponía el cadáver en su interior, llamaba un taxi y se lo llevaba a la casa de su abuela. Allí lo desmembró y lo desechó.

A partir de entonces, los asesinatos ocurrieron esporádicamente, dos en 1988, uno en 1989, cuatro en 1990 y tres en 1991. Normalmente, recogía a sus víctimas en bares gay y tenía relaciones sexuales con ellos antes de matarlos y desmembrarlos, en algún caso incluso, comiéndose alguna articulación. Desgraciadamente, Dahmer pasó desapercibido durante años. Muchas de sus víctimas eran personas marginadas, lo que hizo más difícil seguirle la pista.

El 27 de mayo, casi dos meses antes de su arresto definitivo, sus vecinos llamaron a la policía para alertar sobre un adolescente desnudo y sangrando que habían visto vagando por la calle frente a su apartamento. 
Nuevamente habia drogado a su víctima, y le realizó trepanaciones con un taladro en su cráneo para así inyectarle ácido. Su idea era la de crear un novio “muerto viviente” que lo acompañara para siempre.

Los oficiales que acudieron creyeron la explicación de Jeffrey, el joven era su novio y simplemente habían tenido una pelea. El chico era realmente Konerak Sinthasomphone, de 14 años. Esa misma noche, Dahmer lo mató y guardó su cráneo como recuerdo.

Dos meses después, el asesino intentó atraer a Tracy Edwards a su casa. Una vez dentro, Edwards fue forzado a entrar al dormitorio con un cuchillo de carnicero. Durante la lucha, el hombre fue capaz de liberarse y escapar a las calles donde alcanzó un coche de policía. 

Cuando los agentes llegaron al apartamento se encontraron un espectáculo terrorífico: fotografías de cadáveres y miembros desmembrados, una cabeza en el refrigerador, tres cabezas más cortadas en el apartamento, y más restos humanos en otra nevera.


Nadie sospechaba nada

Callado y algo tímido, Dahmer era un hombre muy educado, que hablaba con calma y poseía un raro carisma. Era alto, rubio, ojos azules, aunque tenía una forma de andar con los brazos pegados al cuerpo que se acentuaba por sus hombros caídos y echados hacia delante. 

No es de extrañar que quienes se guían por apariencias se llevaron una sorpresa cuando salieron a la luz sus atroces actos. Los mismos vecinos que no sospechaban de Jeffrey pensaban que este estaba cocinando cuando hervía los restos humanos para separar la carne de los huesos.

Dahmer nunca ocultó su pasión por Star Wars y en especial le resultaba fascinante el personaje del emperador Palpatine, que encarnaba a la perfección su fantasía de poseer control absoluto (hasta se compró lentes de contacto amarillos parecidos a las que llevaba en las películas)


El Carnicero de Milwaukee


Dahmer fue acusado de 17 cargos de asesinato y durante el juicio dio su retorcida versión de los hechos. 

En el juicio, se declaró culpable con atenuante de enajenación mental ("Está exento de responsabilidad criminal el que al tiempo de cometer la infracción penal, a causa de cualquier anomalía o alteración psíquica, no pueda comprender la ilicitud del hecho o actuar conforme a esa comprensión”) para ser condenado a una cárcel especial para enfermos mentales. No obstante, esta atenuante finalmente fue rechazada.

Contaba que estaba llevando a sus víctimas de la vida a la muerte, y luego devolviéndolas a la vida otra vez, y que, por el camino, comía, “creo que me comí casi todas las partes del cuerpo”, contaba de una de las víctimas.

Decía también que se veía representado por Satanás en la película de "El Exorcista"


Después de dos semanas de juicio, el tribunal lo declaró “sano” y culpable de 15 cargos de asesinato. Fue sentenciado a 15 penas de prisión perpetua, por un total de 957 años de prisión. 


Por su seguridad fue aislado del resto de la población penal, aunque el propio Jeffrey pidió tener mayor contacto con el resto de los reclusos en la cárcel. Fue atacado dos veces en la cárcel, el segundo intento terminó con la vida del Carnicero de Milwaukee el 28 de noviembre de 1994



Comentarios

  1. Me pareció interesante saber cómo era la vida del asesino y saber cómo fue su primer homicidio.

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